Soy un hombre afortunado. Y de vez en cuando me doy cuenta de que lo soy y siento la necesidad de dar las gracias. Y entonces canto mi oración de agradecimiento, que es “Pequeña serenata diurna”, de Silvio Rodríguez. Porque, además de afortunado, soy ateo escéptico, y no doy las gracias a entidades míticas, sino a la mujer que amo, a la época en la que he tenido la suerte de nacer y a quienes han caído en el camino para hacer posible mi felicidad.

Vivo en un país libre, Cual solamente puede ser libre. En esta tierra, en este instante, Y soy feliz porque soy gigante.

Amo a una mujer clara, Que amo y me ama sin pedir nada. O casi nada, Que no es lo mismo pero es igual.

Y, por si fuera poco, Tengo mis cantos que, poco a poco, Muelo y rehago, habitando el tiempo, Como le cuadra al hombre despierto.

Soy feliz, soy un hombre feliz, Y quiero que me perdonen, Por este día, Los muertos de mi felicidad.